El tiempo de respuesta de una aplicación debe ser menor a 400 milisegundos para que el usuario se mantenga “conectado” a la aplicación y sea más productivo.
A partir de 1979 el rendimiento de los ordenadores empezó a mejorar sustancialmente y los tiempos de respuesta de las aplicaciones empezaron a caer por debajo de los 2 segundos.
El experto de IBM Walter Doherty observó que a medida que se reducía la velocidad de respuesta del ordenador, aumentaba de manera notable la productividad de los usuarios. Por lo que inició una serie de estudios para analizar el impacto.
Como resultado de sus estudios, en 1982, Walter J. Doherty y Ahrvind J. Thadani publicaron, en IBM Systems Journal, un artículo de investigación que establecía el requisito de que el tiempo de respuesta de la aplicación fuera de 400 milisegundos, no de 2 segundos, que había sido el estándar anterior.
Doherty averiguó que el motivo relevante de esta ganancia de productividad no era la reducción intrínseca en el tiempo de respuesta del ordenador, si no que observó que cuánto antes respondía la aplicación a una orden del usuario, antes le proporcionaba el usuario la siguiente orden. La ganancia de productividad se producía, por tanto, por el hecho de que el usuario se mantenía “enganchado” a la aplicación y a la tarea que estaba realizando, y no se aburría o perdía el hilo de la tarea.
La conclusión es que los tiempos de respuesta de las aplicaciones tienen un enorme impacto en la productividad. El objetivo debe ser que tus aplicaciones respondan a las órdenes del usuario en menos de 400 milisegundos.
¿Qué tiempos de respuesta tiene tu aplicación? Si se trata de una página web y la monitorizas mediante Google Analytics, puedes consultar las métricas relacionadas con el rendimiento.
Puedes consultar el artículo original de Walter J. Doherty y Ahrvind J. Thadani en el blog de Jim Elliott.