Una buena jerarquía visual se utiliza para separar los elementos de un interfaz y distinguir los más importantes de los menos.
Para plasmar la jerarquía visual se utilizan distintas propiedades y características del lenguaje visual como la alineación, la proximidad, el color, el tono, la sangría, el tamaño de fuente, el relleno, el espaciado, etc. Jugando correctamente con estas características podemos dirigir y detener la atención de los usuarios dentro de la pantalla de una aplicación o una página web.
Además, la jerarquía visual rompe la monotonía de una pantalla sin elementos de descanso y facilita enormemente la legibilidad de los textos.